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La leyenda del niño Pedrín

Ab@ntos, un lugar misterioso con una fuerte atracción a lo oculto. Desde tiempos inmemorables diferentes pueblos que han habitado el lugar le han ido creando la misteriosa fama que este monte posee. En la actualidad muchas de estas leyendas siguen vivas en nuestro tiempo. Quizás un impulso místico me hizo ponerle este nombre al grupo. Aunque eso nunca lo llegare a descifrar.
 La leyenda, que quiero contar, surge a continuación de un suceso trágico en la vida de un niño, de 8 años llamado Pedrín. En Diciembre de 1893, la nieve cubría el Escorial. El niño bajo como cualquier otra mañana al Monasterio para ejercer su labor de monaguillo.

   El día transcurrió en la vida de los habitantes del Escorial, como muchos otros. Al caer la noche, Pedrín no regreso a la hora acostumbrada. La madre al ver que el niño no llegaba, se alarmo y alerto a su marido. El pueblo entero y la guardia civil iniciaron la búsqueda del niño. Durante varios días buscaron por todas partes, sin éxito.
   Fue a las semana aproximadamente cuando su cadáver fue hallado oculto en el monté Abantos por unos cazadores que frecuentaban el lugar.


   Nunca se ha sabido el motivo del asesinato, algunos dicen que fue secuestrado dentro del monasterio haciéndole así víctima de una conspiración, mientras otros cuentan que fue un vecino perturbado, un loco de la zona quién cometió tan cruel asesinato.
   En el lugar donde se encontró el cuerpo de Pedrín, se puso una cruz en memoria del pequeño de 8 años asesinado brutalmente allí.
  Hoy día mucha gente desconoce la verdadera leyenda, pero existen testigos y testimonios que afirman, haber vivido situaciones extrañas en ese lugar. Gente que por el motivo que fuese estaba allí en la oscuridad de la noche, y de repente ver como de la abundante vegetación del lugar desciende una sombra de una estatura aproximada de 2 metros, negro mas negro que incluso se diferencia de la noche, de complexión fuerte y lo mas característico si cabe la posibilidad sin un rostro definido. aproximándose hacia el vehículo, como es obvio en este caso los testigos de tal escalofriante escena arrancan el coche y huyen desconcertados, despavoridos, sin dar crédito a lo que acaban de presenciar en ese mágico y oscuro monte abantos.
   Otros testigos también hablan de unas voces de niño rodeando la cruz. Cruz que si nos acercamos podemos apreciar no solo el importante desgaste con el paso del tiempo, sino unas frases que narran un poco la tragedia que por aquel entonces se vivió en ese lugar, en la cruz de granito dice textualmente: 

   

 “ 10 de febrero de 1893 fue hallado en este sitio el cadáver del desgraciado niño Pedrín Bravo y Bravo victima del brutal salvajismo”. 
VIDEO DE CUARTO MILENIO
 

Enlace de la ruta a wikilok.
https://es.wikiloc.com/rutas-outdoor/san-lorenzo-de-el-escorial-madrid-espana-30864113,l          

Leyenda de la hoya de Pepe Hernando

Una triste leyenda de uno de los lugares privilegiados de Peñalara. Del libro de José Fernández Zabala, De la Sierra Brava. Cuartillas de un montaraz. Ensayos de Paisaje. Imprenta Valverde. Madrid, 1913. pp. 67-72.

Vieja historia escuchada por José Fernández de Zabala a un pastor de Rascafría 

 

«Pepe Hernando era un zagalillo que estaba al cuidado de un hato de cabras y que tenía su majada en la linde del pinar de Rascafría a tres tiros de honda de Majada Hambrienta, por bajo de las encharcadas praderas cumbreñas de Peñalara.

Sesteaban las cabras y el zagal en el herbazal de un calvero que mira a la solana, al caer de los canchos fragosos entre los que espejea sus aguas dormidas la laguna. En la tarde serena el pastor columbró con su mirada de águila el humear de una hoguera a través de los pinos que aprisionan la Sillada de Garcisancho. Al morir de aquel día, Pepe Hernando, agazapado entre unos piornos de ramas calcinadas y tenaces, conoció a los nuevos huéspedes de la serranía: una cuadrilla de gabarreros, hombres de aspecto patibula­rio, membrudos y corpulentos. En adelante el silencio del pinar sería profanado por el hachear de aquellos jayanes, y los pinos, tronzados, sacudirían un instante la verde cabellera frondosa y humillarían su corpulencia ante los verdugos que llegaron a la sierra en un atardecer abrileño (...)

Una mañana hubo de caer Pepe Hernando en el chozo de los gaba­rreros; se le había perdido el macho cabrío, adalid del rebaño, y en su demanda fueron el zagalillo y su mastín 'el Lobato', mas de allí no sacó noticia favorable para su indagar. Y el zagal volvió al chozo de los leñadores un día y otro día... Se había encendido de pasión por una garrida hembra encargada del cuido de aquellos hombres; era la barragana del mayoral, un fornido serrano de tierras de Pedra­za. Se tornó pálida la cetrina color del galán tempranero; los colo­quios con la montaraza, digna hija de la Chata Recia, agostaron su hombría, sus arrestos y su reciedumbre (...)

Se apagaba una tarde agosteña, cuando el mastín latió furioso en la majada de Pepe Hernando. Detuvo éste con un silbo la brava aco­metida del perrazo, aprestó su navaja cabritera y salió del chozo. Era Juan Andrés, el mayoral de los hacheros. Un fatal presentimiento arrugó la frente del zagal... Aquella fiera venía a pedirle cuentas del querer de su hembra que se fue tras las gallardías de aquel mozuelo primerizo en amores.

Y al mediar la noche, la luna, mordida por la cumbre de la Najarra, asomó como teñida de sangre, intensamente roja, y al derramar su luz por los ventisqueros alumbraba la agonía del desventurado zagal que salpicó con su sangre la verde hierba de la majada. Tiem­po después, envuelto en el sudario del nevazo, le encontraron unos cabreros que apriscaban su piara en aquel hondón, que las gentes de la sierra nombraron en adelante como la Hoya de Pepe Hernando."

LEYENDA MONTON DE TRIGO

  Con más de 2.000 metros de altitud, el Montón de Trigo es una de las formaciones montañosas más altas de la Sierra de Guadarrama. Se encuentra situada entre los valles del río Moros y el Eresma, al sur de la provincia de Segovia. Además, forma parte del ramal de “La Mujer Muerta”. Con un emplazamiento geográfico como éste, su nombre no podía ser casualidad.
  Un día de primavera en la Sierra de Guadarrama, un colegio de excursión avanza por un sendero cercano al “Montón de Trigo”. Están aburridos y piden que les cuenten una historia de miedo, más que para otra cosa, reírse un rato mientras llega la hora de comer. Quieren oír una que no sea esa de la chica, que se mató en una curva y que hace autostop por las noches, atemorizando a todo aquel que se apiada de ella. El profe de Lengua, que no se sabe ninguna, propone que cada uno aporte una idea y, entre todos, se inventen una. Y dice así:
  Una calurosa mañana de primavera, el sol iluminaba los campos de trigo convirtiéndolos en un mar de oro. Casi había llegado la época de la cosecha y los labradores se afanaban en aventar las espigas para separar el grano de la paja. Un viejo del lugar, que desde pequeño conocía el oficio, se levantaba cada mañana muy temprano para ir a trabajar su campo y poder pasar el invierno sin temor al hambre.
 Estando muy tranquilo, ocupado en su tarea, dos mendigos se le acercaron a pedirle limosna. El hombre, contrariado por la interrupción, no les quiere dar nada y entona una canción popular para ver si los pedigüeños se aburren y se marchan a molestar a otro: “Vengo de moler, morena de los molinos de arriba, duermo con la molinera y olé, no me cobres la matina que vengo de moler, morena”.

  El más mayor de los mendigos suplica compasión al jornalero, rogándole que comparta algo de su trigo. Sufren mucha necesidad y deben recuperar las fuerzas para reemprender la marcha. Entonces, dos caminos se vislumbran con claridad en la mente del campesino: o se apiada de ellos y comparte su trigo o inventa una excusa y continúa con su labor. Una mentira dicha con mucha convicción, se convierte al final en una verdad, siempre y cuando haya alguien dispuesto a creerla. Así, el labrador contesta que, aunque le gustaría mucho poder ayudarles, no puede compartir su trigo, ya que éste no es más que un montón de tierra bañado por el sol.
Ni las mentiras engañan para siempre, ni todos los personajes de los cuentos son compasivos. Ni corto, ni perezoso, el mendigo más anciano pronunció las palabras que provocan el final de la historia: “Permita Dios que se te vuelva tierra” y así se hizo. La montaña, hoy llamada “Montón de trigo”, es aquel falso montón de tierra del campesino, que provocó su propio castigo.
Fin.


Esta historia, que por haber sido inventada por niños puede contener algún manido cliché y alguna que otra laguna en la narración, goza de muchas moralejas: hay que hacer el bien sin mirar a quién, no es oro todo lo que reluce, etc, etc. Pero, la principal, es que debemos ser curiosos y ver un poco más allá de las cosas, pues tras cada rincón puede haber una leyenda por descubrir.



Un saludo,

LA MUJER MUERTA

Me senté en aquel peñasco y me quede embobado contemplando la belleza de aquella montaña que guarda tantos misterios. Ante mi tenía la silueta de una mujer tumbada, una mujer muerta. Quien no la a visto. Quien no la a visitado. Quien no a escuchado alguna leyenda sobre ella.

Cierro los ojos y comienzo a recordar una de esas historias que  he escuchado a algún montañero de los de antes. 

En aquella época en la que humanos, dioses y semidioses poblaban nuestro planeta la vida no era muy diferente a la que actualmente vivimos. El semidiós Hercules y sus compañeros se dedicaron a viajar y vivir mil y una aventura. En uno de esos viajes Hercules llego a las tierras segovianas y viendo que era un lugar prospero e ideal para fundar una gran ciudad, junto a sus compañeros de viaje construyeron Segovia.

Uno de aquellos viajeros, amigo del semidiós se enamoro de una bella dama del lugar y ella no tardo en sentir lo mismo por el. El padre de esta no aceptaba aquella relación amorosa. Enfurecido decidió acabar con aquel romance, asesinando a su hija. 

El abatido viajero, suplicó al semidiós que esculpiera la forma femenina en honor de su amada.

Ahora tengo más claro al contemplar la Mujer Muerta por que esta hay.

Esta es una de las muchas leyendas que he oído. Las restantes las dejo para otra ocasión.

LA LEYENDA DE COMO SE CREO LA PEDRIZA

El frío aun no había desaparecido de las montañas y un sábado regresaba a ellas a conocerlas un poco más. El madrugón de aquel sábado prometía maravillosas sensaciones. El Yelmo iba a ser mi nueva conquista. 

La luna aun mandaba en el firmamento cuando llegue al aparcamiento de parking de Tranco en Manzanares el Real, eran las 7:45 am. Mi coche y otros tres más éramos los únicos habitantes del lugar. Descendí del coche, me puse la cazadora, los guantes y el gorro. De inmediato alguien se acerco a mi y el ritual de sonrisas, abrazos y saludos se puso en marcha.

El bar, estaba apunto de abrir. Aunque había desayunado copiosamente, no dejaría la oportunidad de tomarme otro café calentito para que mi organismo no se enfriase. 
A las 8:10, nos encontrábamos los cinco aventureros sentados disfrutando de una bebida caliente y una grata conversación. David, el guia del grupo, entusiasmado como el era nos explico un poco lo que aquel día nos depararía. Iba a ser  una pasada. 
Juan el que siempre quería saber la historia de todo no dudo en lanzar a David su duda. ¿Cómo se formo la Pedriza? 
Todos nos reímos, David dudo unos minutos... 

 Hace muchos años, muchísimos años atrás, en estas tierras vivían dos pueblos. Uno en la Pedriza posterior y otro en la anterior. Su rivalidad era más que conocida que hubiera algo más era cuestión de tiempo.
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 La guerra no se hizo esperar. Se armaron ambos bandos y se fueron a la batalla.  En aquella primera guerra las fuerzas eran muy parecidas pero al final tras duras jornadas de batalla la Pedriza posterior salió victoriosa. La guerra llego a su fin y estos para recordar su triunfo erigieron la Peña de la Bota.

Los años pasaron, los siglos, paso mucho, mucho tiempo. La Pedriza Anterior aun tenía un fuerte resquebror con su contraria, la derrota de la guerra aun dolía. La diplomacia no pudo impedir una nueva guerra. Las sucesivas batallas, miles de muertos y al final un solo vencedor.
La Pedriza Anterior salió victoriosa de aquella gran contienda. Para conmemorar su exitoso triunfo erigieron un gran monumento. El Yelmo.
Para que la paz fuera para siempre, se coloco una piedra dividiendo ambos territorios. Se llamo el Tolmo. Erigiéndose además un guardián de esa paz que se llamó "El Centinela", el cual situado en lo alto del Collado de la Dehesilla, vigila que se cumpla el tratado acordado por las dos Pedrizas.
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LA LAGUNA ENCANTADA

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Bajo la atenta mirada de la majestuosa Peñalara, la laguna del mismo nombre se mantiene tranquila y relajada. La falta de la brisa o el viento del norte hacen de este lugar un tranquilo y misterioso lugar. Cuando llega el invierno, se congela y solo la fauna local, algún científicos y cuatro montañeros aguerridos llegan a visitarla.
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Ese es el momento en el que los lugareños aprovechan para dejar su imaginación flotar y antiguas historias o leyendas las convierten en parte de su ser.
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No pense que la nieve caería tan repentina y veloz mente. Sorprendido sin escapatoria, la Venta de Marcelino se convirtio en mi refugio por el momento. Sentado en aquella mesa de madera junto a cuatro locos más que habiamos subido hasta el puerto, disfrutaba de mi chocolate calentito. Todos hablamos sobre la sorprendente nevada, los peligros de la montaña. 
Rafael Sánchez dueño de Venta Marcelino
Rafael Sánchez, el dueño de aquel chiringuito que nos acogía y tantos momentos maravillosos hemos vivido se acerco a nosotros y nos corto la conversación. Nadie se atrevió a decir ni una sola palabra y sin preambulo alguno inicio una narración de la leyenda de la pastora de Peñalara. Todos con la vista clavada en el, la taza de chocolate en la mano, escuchamos su relato.
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Hace muchos años, cuando se vivía de una forma menos tecnológica, cuando estas tierras estaban gobernadas por pastores... El cielo sin previo aviso se nublo y como hoy una espesa capa de nieve lo cubrió todo. Aquel invierno fue largísimo y duro. La primavera llego frondosa un año más  y los pastores iniciaron su camino desde el valle a las montañas. Los días de sol, eran los mejores para disfrutar de interminables siestas.
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Una des esas tardes bajo la sombra de un árbol una preciosa pastora se despertó agitada. De inmediato contó el numero de ovejas que tenía. Le faltaba un cordero. Nerviosa, se puso en pie y grito lo más fuerte que pudo para que el cordero descarriado emitiese algún sonido y poder localizarlo.

Un extraño sonido se escucho por la zona de la Laguna. La pastora, nerviosa se aproximo lentamente hacia el lugar. No tardo mucho en llegar hasta la orilla de las aguas de aquella mole de agua y hielo. El sonido parecía el de su cordero extraviado y parecía provenir del interior de las aguas. No dudo en adentrarse lo más y más que pudo en las aguas aun gélidas de la laguna. Se ahogo sin que nadie pudiera hacer nada por socorrerla.
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Cuenta la leyenda que:
Que cada noche de difuntos emerge del centro de la laguna una isla donde se distingue la figura de una pastora, entre luces misteriosas.   

También hay quien dice que la pastora se convirtió en ondina, hada o ninfa de las aguas y que con su Odulce canto intenta atraer a los montañeros que andan por la zona para ahogarles en la laguna.

Otra leyenda cuenta que mucho tiempo después dos amigos intentaban averiguar los secretos de la isla que emergía y la luz que desprendía.  Uno de ellos cruzó la laguna a nado con un libro entre los dientes. Cuando llegó a la orilla comenzó a leerlo en voz alta, mientras su amigo cruzaba nadando a su vez.  Cuando éste llegó al centro del pequeño lago, el que estaba leyendo cerró el libro de golpe y las aguas se tragaron a su amigo, que nunca más apareció. 

Todos nos quedamos boquiabiertos, vaya historia. Mereció pasar la noche bajo la compañía de toda aquella gente que como yo se había visto atrapada por la intensa y repentina nevada. A la mañana siguiente la maquinaria pesada del ejercito y las palas vinieron a socorrernos. Nunca olvidare la historia de la pastora y si visito la zona no are caso a los sonidos extraños. 

EL MONTÓN DE TRIGO LA LEYENDA

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Entre Madrid y Segovia, cerca del Alto del León, se abre la Garganta de El Espinar para separar la Sierra del Quintanar, cuya parte más alta es la Mujer Muerta, y el cordal principal del Guadarrama. Se trata de un vallecito corto y ancho, que merece poco el calificativo de garganta, poblado por un espeso pinar. Los cordales que lo rodean son anchos y sin grandes accidentes, salvo algún tramo rocoso de fácil pasar, y están predominantemente poblados de pasto y monte bajo por encima del arbolado. Esto, junto a la abundancia de caminos que suben a todos los collados, invita al recorrido de cresteríos como principal actividad. Montón de Trigo forma parte de este conjunto pintoresco. Sus 2155m le convierten en un lugar muy apetecible de visitar.
Pero, ¿Conoces su leyenda? No te preocupes yo te la cuento.

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Hace muchos, muchos años, tal vez siglos, había en las estri-baciones de la Sierra un paraje maravilloso. Al abrigo de las montañas, los frutos parecían crecer y brotar como por ensalmo. Los almendros y los cerezos ofrecían sus preciadas joyas a los lugareños, pero había también manzanos, naranjos y perales a discreción. A las afueras de la aldea estaban los campos, sembrados con avena y trigo, y allí crecían las espigas más hermosas y granadas que jamás se vieran.
http://i0.wp.com/bancodeimagenesgratis.net/wp-content/uploads/2015/08/campo_de_trigo_sol_20150322_1574939421.jpgPor la época en que sucedió esta historia, los trigales ofrecían un aspecto magnífico. La brisa acostaba las espigas y las cuadrillas de segadores estaban ya preparadas. El amo, un hombre seco y avariento, ordenó que comenzara la tarea y en pocos días se hicieron todos los trabajos: se dejó el campo convertido en rastrojera; tan bueno era el trigo que los capataces mandaron que se segara a rapaterrón, sin dejar paja en tierra. Se llevó el trigo a la era y, con aquellos trillos buenos de madera y piedra, varios asnos giraban una y otra vez hasta desbrozar paja y grano. Después se aventaron las mieses y el amo vio con agrado que las parvas eran hermosas.
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Estaba el avaricioso dueño contemplando la bondad de la cosecha cuando llegó un mendigo y le habló de semejante modo:
-Señor, vengo de muy lejos, pasando muchas miserias y tengo hambre y sed. Dadme algo con que pueda alimentarme y Dios le concederá cuanto pida.
El amo, que era de suyo avariento, no pudo evitar un gesto de repugnancia al ver a ese mendigo a su lado. Traía los cabellos largos y sucios, y tenía como llagas en la frente, en las manos y en los pies.
Vestía un andrajoso gabán y un zurrón viejo y asqueroso.
-¡Vete de mi vista, pordiosero! ¡No tengo nada para ti!
El peregrino se entristeció y señaló con su mano sangrante el gran montón de trigo que había frente a él.
-¿Y ese trigo? -dijo el miserable. ¿No me daréis, por Dios, un puñado de ese montón de trigo?
-¡Ea! No es trigo, sino tierra... ¡Vete de aquí y no molestes más!
El mendigo observó con pena el grano dorado y volviéndose dijo:
-Perdone el señor, no lo había distinguido bien: en verdad es sólo tierra.
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El amo no pudo contener su sorpresa cuando, a su propia vista, el montón de trigo se convirtió en piedra, y tierra, y roca. Toda su ganancia se había perdido por avaricia y quedó arruinado para siempre
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Aquel montón de trigo, convertido en áridas peñas, creció y creció durante los años siguientes, hasta convertirse en el cerro pelado que es hoy, donde a duras penas crecen algún matorral y cizañas. Los pinos albares de la Fuenfría fueron invadiendo sus laderas, pero su cumbre áspera no permite siquiera que nazcan las tristes florecillas de las montañas. Desde la lejanía, el famoso cerro parece la imagen acabada de un verdadero montón de trigo, mas su color grisáceo y pardo recuerda que, en efecto, sólo es tierra, y peñas, y roca, donde viven las culebras y los alacranes, y de donde no puede obtenerse ningún fruto.

 Articulo: Miguel Ángel Villasante

LA LEYENDA DE LAS TRINCHERAS ROBLEDO DE CHAVELA

Los frentes de la Guerra Civil eran cada vez más y estaban principalmente centrados en los alrededores de  Madrid. La toma de Madrid estaba siendo un derramamiento de sangre. La batalla de Brunete, La de Guadarrama... Robledo de Chavela fue uno de esos pueblos afectados.
Las trincheras y bunkers se contaban a centenares y las batallas eran intensas, sangrientas y dolorosamente torturadoras. Los muertos y heridos se contaban a centenares y parecía que aquello jamás se acabaría.  Pero, se acabo.
Robledo de Chavela y muchos otros pueblos cercanos sufrieron las consecuencias. Llevados a la destrucción casi completa y numerosas bajas les costo volver a la rutina mucho tiempo. Las gentes inmersas en su dolor empezaron a contar historias que para muchos son macabras ilusiones, pero cuando ves a alguien que no tiene nada que perder contándotelo con tanta decisión dudas sobre la autenticidad y hasta te lo crees.
María nos cuenta lo que  una noche escucho.
 
Se cuenta que, en las trincheras y búnkeres de la Guerra Civil que hay en la parte superior de la ladera del Risco de los Monaguillos, muchas noches se han escuchado lamentos, suspiros y gritos de muchos de los muertos en este sitio, durante lo que fue el frente de Robledo de Chavela


 

EL PUENTE DEL PERDÓN.

El nombre de este puente sobre el río Lozoya, en el término municipal de Rascafría (Madrid), se remonta al siglo XIV. Por esa época el valle de Lozoya pertenecía al Concejo de Segovia, debido a su espesa vegetación y la multitud de pinares, además de su difícil acceso, era el terreno adecuado para grupos subversivos de moriscos, malhechores y maleantes que hacían sus travesuras por estas tierras. Ante esta incontrolable situación los Reyes decidieron agilizar la administración de la justicia delegando parte de sus poderes, así, en las villas que crecieron después de la reconquista nacieron unos milicianos llamados "quiñoneros".

Estos quiñoneros podían juzgar y administrar justicia en este territorio inmediatamente, e incluso la pena máxima, sin necesidad de consultar con la corte. Las ejecuciones se cumplían en una casa llamada ‘Casa de la Horca’ a cinco kilómetros del Monasterio del Paular, entonces es cuando entra en juego el citado puente. Antes de partir para la casa de la Horca se les revisaba la sentencia a los delincuentes a los que algunos se perdonaba pero sin que estos lo supieran todavía. Se continuaba el camino y cuando llegaban al puente, a los que se les había perdonado se les dejaba sueltos, y cruzaban el río en libertad, de esta benevolencia le viene el bello nombre al no menos hermoso puente.

Sin embargo, el puente que hoy podemos observar frente al Monasterio de Santa María del Paular data del siglo XVIII. El primer Puente del Perdón fue erigido a principios del siglo XIV, en 1302. Las crecidas del río y la dura climatología invernal del Valle Alto del Lozoya deterioraron el puente, por lo que a mediados del siglo XVIII fue reemplazado por uno nuevo que es el que actualmente existe.

Sirvió a los monjes de vía de acceso hacia el Molino de papel de Los Batanes, una de las principales industrias que explotaban los monjes cartujos de Santa María de El Paular. Y como anécdota para terminar, de este molino salió el papel con el que se imprimió la primera parte de Don Quijote de La Mancha, publicada en Madrid en 1605
 

ORIGEN DE LA PEDRIZA

Suenan tambores de guerra en la Pedriza y los dos clanes asentados en la región sueñan una victoria armados únicamente con los cantos hallados en la zona

Hace tanto tiempo que a los lugareños de la Pedriza les cuesta creer el relato de los dos pueblos transmitido durante generaciones y, sin embargo, el Canto del Tolmo, Los Guerreros y El Centinela son sólo alguno de los ejemplos que persisten de la batalla que allí sucedió. No conocemos el momento, ni la acción desencadenante, pero sí la catarsis que culminó en dolor y guerra.

Un relato en primera persona
Llevamos semanas de batalla y únicamente poseemos como armas las piedras que esta región, tan hermosa y austera a la vez, nos proporciona. Una vez fuimos hermanos pero las disputas entre el jefe del clan primigenio y un pariente de sangre nos llevaron a combatir. La tierra, que desde siempre nos ha ofrecido simiente y refugio, nos precipita a la lucha un día más.
Con el arroyo tomado por el otro bando nos encontramos sitiados y el hambre se hace palpable en el ánimo de los guerreros. Muchas noches atrás, nuestros cultivos fueron arrasados y no hay alba que despunte sin que alguna cabeza de ganado aparezca muerta. La derrota, que no tardará en producirse, transfigura nuestro semblante y sólo nos queda el silencio callado tras cada ataque.
Hasta las rocas parecen erigirse confabuladas con el enemigo, pues cobran vida ante nuestros ojos con extrañas formas premonitorias. Muchos creen ver altas torres de magníficos castillos donde sólo hay peñascos y bravos guerreros de tamaño inhumano que proyectan sombrías sombras sobre nuestras chozas. Son los soldados enemigos que alertan de un futuro muy cercano.
Los años transcurren y el rencor por la rendición vuelve a florecer. Los escasos mensajes clandestinos, llegados del otro lado, alientan a un ataque con la venida de las primeras nieves. Una nueva ofensiva va a comenzar y el arroyo teñirá nuevamente sus aguas con la sangre de los caídos. La peña con forma de bota, que limita nuestras tierras allí por donde se esconde el sol, no será más un símbolo de humillación sino de gloria y el yelmo, que mañana portaremos en el enfrentamiento, será evocado por nuestros hijos en recuerdo de nuestra valentía.
Fin de la guerra
Dos guerras e incontables muertos en ambos bandos llevan a firmar una tregua. La paz deseada unirá a uno de los tantos pueblos divididos por las luchas de poder y, así, los hermanos se reconciliarán, tal y como hiciera el patriarca José en Egipto o Jacob y Esaú. La tierra, que una vez les vio pelear, es ahora testigo de la creación de una alianza forjada en piedra: el Centinela, cual sabio guardián de la memoria, vigilará el camino recto del pueblo de la Pedriza y permanecerá para siempre en el punto exacto de su unión.

APARICIONES MARIANAS

Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en este lugar una capilla en honor a mi nombre; que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la pasión de mi Hijo, que está muy olvidada. Si hacen lo que yo digo, el agua de esta fuente curará. Todo el que venga a rezar aquí diariamente el Santo Rosario será bendecido por mí. Muchos serán marcados con una cruz en la frente. Haced penitencia. Haced oración.
Aunque ya en octubre de 1980 Luz Amparo Cuevas había tenido alguna experiencia extraña, el 14 de junio de 1981 dice ver a la Virgen de los Dolores sobre un fresno en la finca "Prado Nuevo".
LA HISTORIA:
El 24 de junio de 1983, Amparo afirma que se le vuelve a aparecer la Virgen y le pide que "se funden casas de amor y misericordia para los pobres".
Según Amparo, la Virgen se aparece dando diferentes mensajes en varias ocasiones, así se aparece el 18 de septiembrede 1983, el 25 y el 31 de mayo de 1984. Según la propia Amparo llegó a ver la Virgen hasta en 376 ocasiones.
A comienzos de la década de los 90 del siglo XX, el entonces alcalde de El Escorial, el socialista Mariano Rodríguez, el cura párroco, Pablo Camacho Becerra, y el administrador de la finca Prado Nuevo, Tomás Leyún, intentan poner fin al movimiento llegando a cerrar, por parte del ayuntamiento, la finca. El 15 de septiembre de 1995 se reabre Prado Nuevo, al perder el PSOE la alcaldía. El cura párroco, don Pablo Camacho Becerra, nunca se movilizó ni a favor ni en contra, siguiendo las instrucciones del Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá, Vicente Enrique y Tarancón, que le ordenó no hacer caso de los fenómenos.
LA OBRA
Alrededor de las apariciones marianas de Prado Nuevo se ha creado y desarrollado un entramado de fundaciones e instituciones religiosas. A esto se le conoce como «la Obra de la Virgen de El Escorial».
En 1994 se crea la "Fundación Pía Autónoma Virgen de los Dolores" y la "Asociación Pública de Fieles y Reparadores de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores". La "Asociación Pública de Fieles y Reparadores de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores" cuenta con más de 132 propiedades.
Relacionados directamente con Prado Nuevo se ordenaron en el año 2000 tres presbíteros y posteriormente otros cuatro más. También se mantienen más de 80 novicias.
Ha habido varias denuncias por supuesta estafa y actuaciones sectarias, la mayoría con resoluciones favorables a los demandados.
DENUNCIAS:
En el año 2006, un grupo de familiares de devotos a la obra de Amparo Cuevas piden públicamente ayuda institucional para poder combatir lo que ellos denominan estafa y califican a la organización de Amparo Cuevas como secta destructiva.
En el año 2008, la "Asociación de Víctimas de las apariciones de El Escorial" denuncia que 15 menores sufrían supuesto maltrato psicológico y físico en una vivienda del entramado de fundaciones de Cuevas. El Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid consideró inadecuada dicha situación.
Las religiosas seglares de las residencias pertenecientes a la Obra no cotizan a la Seguridad Social por su labor. Esto ha sido avalado por los tribunales tras varias denuncias de la Inspección de Trabajo de Madrid.
El presidente de la Asociación contra las Apariciones, Juan Carlos Bueno, intentó impedir el entierro de Amparo Cuevas en la capilla construida en la finca Prado Nuevo, a la que también calificó de "ilegal", mediante una denuncia argumentando que esos terrenos son de un espacio medioambientalmente protegido.
VERDAD, MENTIRA, AHORA FORMA PARTE DE LAS LEYENDAS DE NUESTRA SIERRA

LA DAMA DE LA CRUZ VERDE

La autoestopista fantasma…Cuando la realidad supera la ficción.
 
La autoestopista fantasma o muerta de la curva es una leyenda urbana. Al igual que la mayoría de estas historias, no tiene un origen definido y está dispersa por una extensa área geográfica. Aunque hay muchas versiones del relato, todas coinciden en que gente viajando en vehículos se encuentra con autoestopistas que luego desaparecen sin explicación alguna, generalmente en el propio vehículo en movimiento.
La leyenda circula desde hace siglos, y ha ido adaptándose a los cambios en el sistema de transporte. En las versiones más antiguas, la joven paraba a los jinetes para que la subieran al carruaje, o a la grupa de su caballo. Algunos consideran que una de las primeras versiones se relata en la Biblia
Forma básica de la leyenda
 
La leyenda cuenta que una joven vestida de blanco con un vestido rasgado (a veces de novia y otras de luto) se manifiesta frente a los viajeros a la vera de los caminos, por lo general cerca de una curva peligrosa. Les pide a éstos que la lleven; cuando sube, se dice que transcurre un tiempo en absoluto silencio hasta que ella, misteriosamente, desaparece del vehículo en movimiento. Se suele contar luego que el viajero termina enterándose que la mujer había muerto en un accidente o de alguna forma trágica. La versión que la viste con traje de bodas afirma que murió con su novio.
El propósito de la aparición varía: en ocasiones, alerta al conductor sobre una curva peligrosa, precisamente aquella en la que murió; otras veces, causa la muerte del conductor, al no alertarle del peligro de la curva.
La Dama de la Cruz Verde
 
La Dama de la Cruz Verde es un personaje de las leyendas de la Sierra de Guadarrama que sitúan en el Puerto de la Cruz Verde, entre los municipios de Robledo de Chavela y San Lorenzo de El Escorial, la aparición de la Dama de la Cruz Verde: una mujer que, hace años, murió en las carreteras del mismo y que se aparece a los conductores haciendo autoestop.
Esta leyenda es una de las variantes locales que se han dado en muchos lugares del mundo de la denominada Autoestopista Fantasma, tales como las leyendas urbanas de la Dama Blanca o Chica de la Curva. También se ha visto un personaje similar en el Puerto de Galapagar.
 
En los programas de misterio de Iker Jiménez Milenio 31 y Cuarto Milenio, se ha hablado en sobre este tema.

LOS DOS AMIGOS

Sus aguas congeladas durante cuatro meses al año y sus 5 m de profundidad pueden sorprender al nadador más experimentado. Por este motivo, la desaparición de un niño mientras se bañaba un día de verano, se calificó como `mero accidente´. Quizá, el  hallazgo de un viejo libro podría haber resuelto el misterio.
 
`De leyenda´
Comienza la aventura
“El verano está acabando y, muy pronto, retomaremos las clases. Con ellas, llegarán los aburridos sermones de los maestros, las horas de minutos infinitos y los cardenales en las manos. El Padre Ángel, profesor inflexible con los nombres y las fechas, no parece comprender que sólo el Hombre construye la Historia y que el resto son detalles.
Esta noche, la última antes de regresar, los del pueblo hemos planeado despedirnos acampados cerca de la laguna. Claro, que aún faltan horas para el crepúsculo y antes tendré que asistir al párroco en la misa. Al menos, podré coger prestado alguno de los libros que guarda en la sacristía.
Lentamente, cae la noche y sólo aparecemos en el lugar fijado los dos compinches de siempre. Los demás se quedan en casa del Sapo jugando a las cartas, por miedo a ser `castigados pa los restos´ –pandilla de gallinas-.
No importa, así podremos acampar tranquilamente, que alguno más que pesado es un poco inaguantable. Como no hace frío al llegar, propongo cruzar la laguna para establecer el campamento. Voy delante para que vea que no se trata de una broma, aunque tengo que llevar el libro del párroco entre los dientes para que no se moje.
La invocación del Grimorio
Alcanzo la otra orilla sin problemas y, aburrido por la indecisión de mi amigo, leo la portada del libro: `El Gran Grimorio del Papa Honorio III´, fechado en 1760. Lo abro por la página marcada con un doblez. El título reza: `Oración de las ondinas´. Entono la primera estrofa: “Rey impetuoso y terrible del mar. Tú que tienes la llave de las cataratas del cielo y que encierras las aguas subterráneas en las profundidades de la tierra […]”.
Las palabras salen de mi boca como un cántico, mientras observo que mi amigo nada ensimismado a mi encuentro. Prosigo leyendo, aunque no soy un ducto lector, y, con cada línea expelida de mis labios, el agua parece adquirir vida, creando ondas concéntricas que se expanden hasta los márgenes.
Con la mirada, ya que no puedo interrumpir la oración, advierto a mi amigo del peligro que corre, pues parece no comprender que ha alcanzado el centro del remolino  iluminado por el reflejo de la luna, que de pronto se me antoja burlona. El final de la página se acerca y sólo puedo continuar: “Llévanos a la inmortalidad por el sacrificio, a fin de que lleguemos a ser dignos de ofrecerte un día el agua, la sangre y las lágrimas para el perdón de los errores. ¡Sálvanos!”.
Al pronunciar la última palabra, el vórtice, ahora de dimensiones imposibles, envuelve a mi amigo y le arrastra a las profundidades de la laguna. Intento correr hacia él pero, petrificado, contemplo cómo el astro lunar parece brillar con más fuerza.

LA CUEVA DE LA MORA

La siguiente leyenda tiene como escenario la Pedriza. Una zona situada en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama a la que se accede directamente desde Manzanares el Real. En concreto la Cueva de la Mora, una gruta de muy difícil acceso que está emplazada cerca del refugio Giner de los Ríos, al este de la Peña Sirio.

Esta leyenda hace referencia a la ocupación musulmana que sufrió España durante tantos siglos. Al parecer durante ese tiempo vivía cerca de Madrid un moro adinerado. Su riqueza era casi tan famosa como la belleza de su única hija. Una preciosa joven que parecía no encontrar un hombre adecuado al que amar, ya que rechazaba constantemente a los pretendientes que venían a pedir su mano.

Un día, la joven salió a pasear por el río Manzanares. Durante su agradable recorrido por la orilla de dicho río se encontró con un joven que descansaba con su caballo mientras este bebía de las aguas del Manzanares. El joven cristiano y la hija del moro se miraron fijamente y sintieron una enorme atracción al instante. El flechazo fue tan intenso que el joven no dudó en acompañarla a la casa de su padre para pedir su mano y unirse así en matrimonio.


Evidentemente el moro rechazó la petición del joven cristiano. Ordenó que lo expulsaran de su casa y a su hija la encerró bajo llave para que no pudiera huir con él. Tras este suceso el joven partió a tierras lejanas mandando un mensaje de despedida a su amada.

La joven esperó y espero largos meses con la esperanza de que un día su amor regresara para salvarla del cautiverio al que su padre la había sometido. Rechazaba uno a uno los pretendientes que se le presentaban y su padre, cansado de su actitud, amenazaba con encerrarla en un sitio aun más oscuro.

Finalmente, cansado de la actitud de su hija el moro mando encerrar a la joven en una cueva. Una sucia y oscura cueva en la que quedaría encarcelada a base de pan y agua hasta que decidiera cambiar de parecer. El problema es que la joven no tenía intención de casarse con nadie, sólo quería esperar al joven cristiano que nunca llegó. Un día, una de sus sirvientas encontró el cuerpo sin vida de la joven en mitad de la cueva.


Cuenta la leyenda que todos los años, en la fecha en la que su amado partió a tierras lejanas, la joven mora aparece en algún otero. Su mirada ausente y su rostro triste parece buscar en el horizonte a su amor perdido.



 


LA CIMA DE LOS PASTORES

La historia popular de este mes nos lleva hasta los montes cercanos a San Lorenzo de El Escorial, a la época de la construcción del Monasterio. Cuentan los vecinos del lugar que Rafael Corraliza, empleado de la pagaduría de las obras, cayó en la `Sima de los Pastores´ mientras huía con un cinto lleno de monedas.

Los escudos de oro pasaban de mano en mano, sin mirar, provocando un tintineo que no soportaba. Se había convencido de que el sonido de la envidia arraigaba en su mente como la traición de aquel que un día se hizo llamar `amigo´. La mirada del arquitecto mientras contaba el pequeño tesoro no ayudaba a distraer tales pensamientos. Y por si esto no bastase, si una moneda resbalaba de entre los dedos y terminaba su fugaz libertad en el suelo, debía de ser devuelta bajo pena de apresamiento.
Un día cualquiera de un mes invernal, ideó un plan cuya sencillez le provocó una carcajada: cogería todos los escudos y reales de la paga semanal y correría hasta que sus piernas se lo permitiesen. Conocía bien la zona y lograría esconderse en una cueva cercana de las montañas, para descansar un poco y pasar la noche al abrigo de alguna madriguera. En unos días, si el Padre le guiaba, divisaría otras tierras y comenzaría una nueva vida. Una en la que un título -comprado, no heredado por linaje- le convertiría en señor de alguna pequeña propiedad.
Llegado el día de la fechoría le fue muy fácil ocultar el pequeño saco con el botín. Sólo su corazón, acelerado hasta convertir los latidos en un ruido infernal, denotaba que la jornada no tornaría en aburrimiento. Un único compañero reparó en el semblante sudoroso de Rafael, que con un bufido disipó su actitud comprensiva. Las horas pasaban lentas pero estaba decidido y, aunque fracasara, llegaría hasta el final. El capataz se marchaba a inspeccionar los avances de las obras de la biblioteca. Era el momento esperado.
Como había planeado, tomó la vereda que le llevaría hasta la aldea de Robledondo, la ruta más cercana y menos transitada de todas las existentes. El sol comenzaba a ocultarse y debía correr más rápido. Se imaginó a sí mismo convertido en lince, corriendo casi sin tocar el suelo, notando levemente los salientes del camino. La noche jugaría a su favor ocultando la feroz carrera, su huída hacia un nombre mejor que el de Rafael Corraliza.
Había recorrido varios kilómetros cuando, sin previo aviso, el suelo se desvaneció por completo. Transcurrió un segundo hasta que comprendió que ya no volaba sino que se precipitaba hacia el interior de la tierra. ¿Estaría reclamando algún Santo un sacrificio por su falta? Las monedas caían del saco rasgado por los salientes de la roca y, nuevamente, el tintineo había comenzado. Ese sonido que conocía tan bien y que fue el último que escuchó.
Con el paso del tiempo, la sima fue cubierta con las ramas que los pastores depositaban por miedo a perder su ganado y, aunque no quedó completamente oculta, nadie más fue víctima de un despiste fatal. Y allí, en lo más profundo, el tesoro continúa aguardando a que algún intrépido aventurero baje a rescatarlo.