Suenan tambores de guerra en la Pedriza y los dos clanes asentados en la región sueñan una victoria armados únicamente con los cantos hallados en la zona
Hace tanto tiempo que a los lugareños de la Pedriza les cuesta creer el relato de los dos pueblos transmitido durante generaciones y, sin embargo, el Canto del Tolmo, Los Guerreros y El Centinela son sólo alguno de los ejemplos que persisten de la batalla que allí sucedió. No conocemos el momento, ni la acción desencadenante, pero sí la catarsis que culminó en dolor y guerra.
Un relato en primera persona
Llevamos semanas de batalla y únicamente poseemos como armas las piedras que esta región, tan hermosa y austera a la vez, nos proporciona. Una vez fuimos hermanos pero las disputas entre el jefe del clan primigenio y un pariente de sangre nos llevaron a combatir. La tierra, que desde siempre nos ha ofrecido simiente y refugio, nos precipita a la lucha un día más.
Hasta las rocas parecen erigirse confabuladas con el enemigo, pues cobran vida ante nuestros ojos con extrañas formas premonitorias. Muchos creen ver altas torres de magníficos castillos donde sólo hay peñascos y bravos guerreros de tamaño inhumano que proyectan sombrías sombras sobre nuestras chozas. Son los soldados enemigos que alertan de un futuro muy cercano.
Fin de la guerra
Dos guerras e incontables muertos en ambos bandos llevan a firmar una tregua. La paz deseada unirá a uno de los tantos pueblos divididos por las luchas de poder y, así, los hermanos se reconciliarán, tal y como hiciera el patriarca José en Egipto o Jacob y Esaú. La tierra, que una vez les vio pelear, es ahora testigo de la creación de una alianza forjada en piedra: el Centinela, cual sabio guardián de la memoria, vigilará el camino recto del pueblo de la Pedriza y permanecerá para siempre en el punto exacto de su unión.
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